Todo
evento histórico cuenta con un momento decisivo. Propondré que la
carrera política de Hugo Chavez no comenzó con el golpe de estado,
sino con aquella entrevista en la cual se dirigió a la nación y
pronunció el famoso “por ahora”. Aquel breve discurso capturó
la imaginación de una sociedad, y catapultó al golpista al
estrellato. A más de dos décadas de aquel momento, Venezuela se
encuentra en una vergonzosa situación. No está igual, o mejor, que
en 1992, o 1999, está peor, mucho peor, en cuanto renglón o aspecto
mesurable se considere. En el 2015 ha ocurrido un evento que pudiera
ser el principio del fin del chavismo.
La
Orden Ejecutiva del Presidente Barack Obama,
congelando cuentas y bienes, y suspendiendo visas a siete esbirros
del régimen de Nicolas Maduro por graves violaciones a los derechos
humanos y corrupción entre otras cosas, ha sido, en mi opinión, un
momento decisivo en la historia política de Venezuela. No lo es por
el lenguaje declarando a Venezuela una amenaza contra los EEUU, ya
que ello es una formalidad legal requerida para tales decisiones del
ejecutivo estadounidense, sino por las repercusiones que dicha orden
ha tenido. A tan sólo unos días de la orden del Presidente Obama,
el Departamento del Tesoro de los EEUU a través de su oficina de
prevención de delitos financieros (FINCEN), hizo pública otra
orden, esta
vez contra Banca Privada de Andorra (BPA).
La orden de FINCEN identifica a un ruso, a un chino, y menciona, sin
proveer nombres, a operadores financieros que habrían participado en
apropiación indebida y blanqueo de 4.200 millones de dólares de
PDVSA.
El
anuncio de FINCEN ha causado, a su vez, un terremoto en el sector
financiero andorrano y español, ya que el BPA es dueño del Banco de
Madrid, otro banco que opera en España. Investigaciones de la
Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales e Infracciones
Monetarias de España (SEPBLAC), hechas públicas por el diario El
Mundo, identifican
con nombre y apellido a seis operadores venezolanos mencionados por
FINCEN. Los
mencionados por El Mundo son: Alcides Rondón, Javier Alvarado,
Nervis Villalobos, Carlos Aguilera, Omar Farías, y Rafael Jiménez.
Reportajes subsiguientes afirman que estos individuos, en conjunto,
recibieron
sobornos por unos 140 millones de dólares para la obtención de
contratos con
instituciones del estado venezolano.
Mientras
ese escándalo se ventila en la prensa española, la venezolana no
hace mención al respecto. Ello se debe a que el chavismo controla,
directa o indirectamente, casi la totalidad de los grandes medios en
Venezuela. Lo que está por ventilarse sobre las adquisiciones de
dichos medios es de singular gravedad. Ahora, suceda eso o no,
algunos de los operadores que llevaron a cabo dichas adquisiciones,
junto con el régimen chavista, también son objeto de atención,
investigación y seguimiento por parte de autoridades federales
estadounidenses. La Orden Ejecutiva identifica a siete funcionarios
chavistas, pero no son los únicos. Tras bastidores agentes federales
han estado actualizando bases de datos con información sobre las
actividades de Victor Vargas, Victor Gill, Danilo Díaz Granados,
David Osío, Wilmer Ruperti, Luis Oberto, Roberto Rincón, entre
otros dizque empresarios, banqueros, y operadores financieros
venezolanos. Algunos de ellos, como Vargas y Gill, están ya
cooperando con las autoridades luego de haber perdido visados para
viajar a EEUU. Otros, como Alejandro Betancourt, Pedro Trebbau,
Francisco Convit, Edgar Romero Lazo y Francisco D'Agostino (Derwick
Associates), están siendo investigados por la Fiscalía de Manhattan
y otras agencias federales. Y otros, como Díaz Granados, están
deshojando la margarita en la República Dominicana.
Uno
de los casos más emblemáticos de la política de suspender visas y
embargar bienes producto de la corrupción es el de Alejandro
Andrade. Involucrado en el escándalo de cuentas secretas en Suiza,
en el banco HSBC, donde
manejaba entre 2006 y 2007 unos 698 millones de dólares,
a Andrade le quitaron la visa por un lado, y lo invitaron a colaborar
por el otro. Su presencia en EEUU, donde vive a cuerpo de rey, no
deja lugar a dudas en cuanto a su colaboración. Otro que se
encuentra en EEUU, estando solicitado por la “justicia”
venezolana, es Rafael Isea.
Lo
evidente es que el gobierno de Barack Obama o perdió la paciencia
con el chavismo, o decidió usar al chavismo como peón en su partida
de ajedrez con Cuba. Mientras Estados Unidos y Cuba buscan el
restablecimiento de relaciones, Venezuela se ha convertido en una
suerte de teatro de operaciones alternativo en el cual tanto Obama
como los dictadores cubanos negocian sus posiciones. Maduro repite
sin chistar cuanta orden emite La Habana, mientras Washington
castiga, donde más duele, al chavismo y, en consecuencia, al
castrismo. Por cuanto cualquier bloqueo o impedimento al manejo
doloso del dinero público venezolano a nivel internacional es, de
hecho, otra vuelta de tuerca a las finanzas que mantienen en pie a
ambas cleptocracias.
A
todas estas, la oposición oficial venezolana sigue al pie de la
letra el libreto chavista. No debe extrañar a nadie el comunicado de
la MUD, básicamente rechazando la medida de Obama, por cuanto sus
más altos dirigentes, Ramón Guillermo Aveledo y Ramón José
Medina, abogaron en contra de sanciones a funcionarios del régimen
chavista y a sus operadores financieros en reuniones con el
Departamento de Estado. A la boliburguesía que mantiene en su nómina
a la dirigencia de la oposición no le convienen las sanciones. A la boliburguesía y a sus empleados no les conviene alterar el status quo chavista. A
Leopoldo Martínez, hombre de David Osío en Washington, no le
conviene que le quiten la visa y los bienes mal habidos a su jefe. Lo
mismo aplica con Ramón José Medina y Victor Vargas, o Henry Ramos
Allup y su cuñado y socios en Derwick. A Ramón Guillermo Aveledo no le conviene que la justicia chavista comienze a hurgar su pasado y conexiones al frente del beisbol profesional en Venezuela. Desde luego que cierta
oposición venezolana va a pasar a la historia como el más abyecto
grupo de apátridas que se haya conocido.
El
Presidente Obama busca establecer su legado, y en ese legado Cuba
tiene un sitio especial. 16 años de chavismo han convertido a
Venezuela en poco más que una colonia cubana. Quizás la sumisión y
entrega de nuestra soberanía, en el marco de las relaciones
cubano-americanas, traiga inesperadas consecuencias para el chavismo.
Lo cierto es que ni siquiera los dictadores cubanos están dispuestos
a sacrificar su futuro por el chavismo. Las negociaciones secretas
con los EEUU comenzaron en 2009, cuando Hugo Chavez estaba en
plenitud de condiciones. Todo a espaldas del mayor benefactor del
castrismo desde los tiempos de la Unión Soviética. Personas del
entorno más cercano del caudillo, puestos a escoger entre mantener
fortunas robadas o proveer información contra el régimen chavista,
como Andrade, no dudan en traicionar a quien les permitió hacerse de
oro. Lo mismo sucederá con los banqueros, empresarios contratados a
dedo y operadores financieros.
La
información que Andrade, Vargas, Gill, Isea, y otros provean a EEUU
sólo va a incrementar los problemas del régimen de Maduro a nivel
internacional. El espectro de acciones y sanciones, directas o
indirectas, de las cuales dispone la administración de Obama va
a poner a tambalear a los jerarcas de la robolución, por mucho que proteste UNASUR, la CELAC, o la MUD. Uncle Sam no
anda tras los mandos medios, e intermediarios. Cabello, Ramirez, el
Aissami, Jaua, Flores, Maduro... deberían poner sus barbas a
remojar.